Tribus en Kenia

Las tribus de Kenia que puedes conocer en el viaje

En Kenia existen diversas tribus. Los nexos son la proximidad geográfica y racial y la similitud del idioma. A modo explicativo, se las reúne en tres grandes grupos: los pueblos bantúes, nilóticos y cuchitas.

Pero cada una sigue patrones culturales específicos. Tienen costumbres, comidas, bailes, religión y tradiciones diferentes.

Se calculan 42 tribus. Hay pocas, a día de hoy, que vivan en chozas, dedicadas al pastoreo nómada. La mayoría se adapta —intenta adaptarse— al estilo de vida occidental.

Pero persisten aldeas aisladas, pertenecientes a las tribus más pequeñas de Kenia (turkana, samburu y masai), donde la vida parece detenida en el tiempo.

Etnias de Kenia

Aunque la tribu sigue siendo el elemento de identidad más importante, el avance de la cultura occidental y la desintegración de los valores ancestrales hacen que la distinción sea imprecisa.

La tensión entre las distintas etnias acarrea una historia larga. El último conflicto de envergadura fue a comienzos de los años 1990. Murieron miles de personas y otras miles quedaron sin hogar.

Fue la división étnica la que permitió a Daniel Arap Moi mantenerse en el poder desde 1978 hasta 2002.

Mapa étnico de Kenia

Como primera aproximación a las tribus de Kenia, algunos datos demográficos:

  • Kikuyu: 22%
  • Luhya: 14%
  • Luo: 13%
  • Kamba: 11%
  • Swahili: 9,5%
  • Kalenjin: 8%
  • Kisii: 6%
  • Meru: 6%
  • En menor proporción: masai, samburu y turkana
  • No africanos (asiáticos, europeos y árabes): 1%

A continuación, las tribus kenianas que puedes conocer.

Tribu masai

Entre los pueblos de habla nilótica están los masai, la tribu más significativa de Kenia. Es originaria de Sudán. Se mantiene ajena al modo de vida occidental, y aun en la actualidad, vive del pastoreo de vacas en la zona sur del país.

Los masai apenas comen carne. Su rebaño es sagrado. Para ingerir sus vitaminas, perforan mínimamente una vena, sin matar al animal. Mezclan la sangre con la leche que ordeñan y la baten en calabazas, antes de beberla.

No cultivan la tierra ni la consideran “propiedad”. Aman la libertad, por encima de todo, con toda su implicancia geográfica y social.

Es habitual escuchar que si se mete a un masai en la cárcel, muere de pena y dolor ese mismo día.

Sus casas —cabañas hechas de ramas y paja— rodean el rebaño. Éste provee leche, carne, cuero y pieles.

En reuniones de ancianos se deciden los asuntos de la comunidad, y en los rituales y ceremonias visten los mejores tejidos que tienen. Llevan aretes que les dilatan las orejas, y usan trajes coloridos y abalorios.

Los masai no dejan indiferente a nadie. ¡Conócelos al pasar por el parque Amboseli o Masai Mara!

Tribu turkana

Viven en los territorios semidesérticos del noroeste de Kenia. Proceden de Uganda y apenas reciben las influencias de Occidente.

Es habitual que el hombre tenga varias esposas. Por cada una paga entre 30 y 50 animales. El matrimonio, para las mujeres, es la primera etapa de la edad adulta. Ocurre entre los 15 y los 20 años.

Cada boda es un evento social que implica a toda la comunidad. Las mujeres quedan a cargo de los animales, pero no tienen derecho sobre ellos, sino que mantienen la custodia y el cuidado hasta que sus hijos primogénitos los heredan.

La tribu se caracteriza por usar todo tipo de joyas. Son símbolo de riqueza. Mantienen los peinados con barro, y van cubiertos con una manta gruesa a pesar del caluroso clima de Kenia.

Tribu luo

Hablan la misma lengua que los masai. Cuando llegaron a Kenia, procedentes de Sudán, se establecieron en la parte occidental, junto al Lago Victoria.

Adaptaron la pesca y la agricultura a sus costumbres. Junto a la ganadería, son sus tres medios de supervivencia.

Tienen un respeto supremo por sus creencias ancestrales y una estructura tribal muy compleja. A pesar de ello, pasan inadvertidos entre los conglomerados de gente de las ciudades más importantes del país.

Tribu kalenjin

Los kalenjin, también procedentes de Sudán, se establecieron en las llanuras occidentales de Kenia hace unos 2000 años. Se hicieron conocidos por algunos corredores de larga distancia, que ganaron competencias internacionales.

Más que una unidad, conforman una intrincada red de pequeños grupos tribales. Practican el cristianismo y en menor medida el islam.

Los que viven por fuera de los núcleos urbanos, se dedican al pastoreo de rebaños.

Tribu kikuyu

Dentro de los pueblos de habla bantú se hallan los kikuyus. Llegaron desde el noreste de África. Eran ganaderos y durante mucho tiempo fueron vecinos de los masai.

Hoy es la tribu más numerosa de Kenia, integrada a las ciudades y a sus formas de trabajo y sociabilización.

La mayoría de kikuyus vive como cualquier occidental, con sus rasgos culturales típicos: música, arte y gastronomía.

Es la tribu más influyente en la política y los órganos de poder del país. Como dato de color, son principalmente cristianos, pero conservan la tradición según la cual el hombre puede tener varias mujeres.

Tribu luhya

Viven en la región de Kakamega, al oeste de Kenia. Hablan diferentes dialectos. Todavía algunas familias exigen el pago de una dote para casar a sus hijas. La circuncisión en hombres se sigue practicando, y es uno de los ritos más importantes.

Más de uno evita los hospitales. Los rituales asumen un carácter social; tienen lugar en agosto y diciembre.

Los luhyas se destacan por su opulencia física. La mayoría es de religión cristiana y está integrada a la sociedad.

Tribu kamba

Proceden del sur de África. Son excelentes comerciantes. Se esparcen desde Nairobi hasta el Parque Nacional Tsavo.

En Kenia adoptaron la agricultura. Antes se dedicaban a la caza y la recolección. Conservan muchos bailes tradicionales y una conexión de respeto con el suelo que pisan.

Tribu meru

Los meru, emparentados con los kikuyus, se incorporaron al ritmo de vida moderno hacia los años 70.

En las aldeas alejadas de la influencia urbana, la circuncisión tiene una simbología particular. Los jóvenes dejan de tener contacto con su madre y las jóvenes con su padre. Viven en una vivienda separada y se les deja la comida en la puerta.

Por eso, para la educación secundaria, muchos padres priorizan el sistema de internado.

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